martes, 7 de diciembre de 2010

NINGUNA PARTE

¡ Oh no ¡ de nuevo bloqueado en esta audiencia inerte. Como en un atasco de tráfico tras la nevada. Si hubo alguna expectativa de emoción, definitivamente murió antes del minuto cinco. El tono es plano y desapasionado y entonces me vuelve a ocurrir: estoy conduciendo por la autopista, en Francia, siempre una larga recta en el otoño francés, la luz, tenue durante todo el día, empieza a desaparecer. La hilera de árboles que flanquea la ruta es interminable. Las Landas, identifico... de nuevo en Las Landas. Pero ¿cuánto falta para llegar a París? Una eternidad de árboles sin hojas. Un océano de niebla. Llueve ligeramente, como agua nieve, como sirimiri, y los limpiaparabrisas ejecutan su danza del tedio mientras repiten el mantra: griiiiiiipsh, griiiiiiiips....

Escucho por fin los tristes aplausos de cortesía, y gracias a Dios, nadie formula preguntas.

Salgo a la calle y llueve como hace un rato llovía en las Las Landas. Tengo hambre y descubro un restaurante asiático con menú del día, con pocos clientes, casi todos solitarios. Me siento frente a la puerta para hacer la estadística. Es sencilla. Zero in. Zero out. Estoy en un nowhere restaurante esperando que me sirvan un nowhere menú. Para asegurarme tomo una foto. Gracias Panasonic. Parece mentira que esta cámara registre los sueños, pero allí están los comensales solitarios, la camarera de vagos rasgos orientales, el botellín de cerveza... ¿cómo es posible que hayan logrado fijarse en la tarjeta de memoria?

...making all his nowhere plans for nobody.