viernes, 13 de enero de 2012

TO BE OR NOT TO BE ES UN POBRE DILEMA


Me he dado un fuerte golpe en la cabeza y he observado, como primer efecto secundario, valga la paradoja, que el nivel de patriotismo en sangre se me ha disparado. Nunca antes había conocido un subidón similar. De momento este amor apasionado parece estar limitado a nuestra querida lengua española. Tal vez en un futuro me convierta en hooligan, quiero decir hincha, de otros productos de la tierra.
Pero vayamos al principio, donde todo empezó, como les gusta decir a los yanquis. La Orbea, la vieja Orbea tantas veces citada en anteriores entradas, se partió víctima de la decrepitud y posiblemente cansada de soportar el peso de mi culo expresado en kilómetros. Rodaba yo suavemente por la pista verde cuando la rueda delantera desapareció de mi vista y de inmediato sentí dos golpes en la cabeza. El primer golpe fue muy seco (brut) y rotundo (toc) . El segundo, el del rebote, resultó más fofo, tontorrón, pero con ese regusto cabroncete del que dice “¿no quieres café? Pues toma dos tazas”. Me habría gustado perder el conocimiento para poder contarlo, como dicen de aquel torero que eyaculó precozmente en los brazos de la Garner sólo porque le urgía contarlo a sus amigotes. Estuve al borde del desmayo y tuve unos segundos de desorientación. Un kao total habría aportado credibilidad y fuerza a la caída. Pero no pudo ser. Tal vez la próxima vez…. Sólo puedo acreditar un ojo morado, un chorretón de sangre en la ceja y una cefalea que se ha empadronado en mi azotea. Justo el inquilino molesto que necesitaba.
Bien, el patriotismo que puedo exhibir frente a, por ejemplo, la pérfida Albión, es de orden lingüístico-deportivo. Es que ganamos por goleada, como me dispongo a defender. En este primer partido, por dos a cero. Repasemos los goles.
Gol número uno: Hamlet se debatía entre dos únicas opciones: to be or not to be. Pues bien,a aquí, en la tierra de María Santísima y también en nuestras antiguas colonias dispondríamos de cuatro posibilidades: ser o no ser más estar o no estar. De modo que si Hamlet hubiese hablado español habría tenido que formular su duda de la siguiente manera: ser o no ser, estar o no estar. Incluso, y si estuviera un poco arrajoiado añadiría otras combinaciones (ser o estar – no ser o sí estar – estar o no ser y así casi hasta el infinito) Ayer, sin ir más lejos, yo era pero no estaba, mejor dicho, estaba en la cama tratando de aliviar la cefalea, que es como no estar, pero sin dejar de ser. ¿Cómo puede expresarse en inglés “no estoy pa’ na’” y sin embargo seguir siendo? De ninguna manera porque los angloparlantes están pillados por el dilema de to be or not to be. En España, por el contrario, no hay dilema y por eso somos más felices y vivimos más años aunque el Alzheimer haga estragos. Aquí se puede to be y not to be simultáneamente y no por ello faltar a la verdad o a la cordura.
Segundo gol: el cielo. Siempre – hasta el golpe doble en la cabeza – me había sentido un tanto acomplejado porque los ingleses tienen dos palabras para referirse al cielo: sky para el firmamento azul y heaven para el paraíso que nos espera a la salida del tanatorio. Nosotros, pobres hispanohablantes, nos tenemos que conformar con la palabra cielo para designar ambas cosas. Así pensaba yo hasta mi caída de la bici. Como dije, tuve unos momentos de desconcierto. Por eso, cuando levanté la cabeza del asfalto y miré hacia arriba pensé: ¡coño¡ el cielo. Ya he llegado. Y me alegré de que el cielo azul de Sevilla y el paraíso fueran una misma cosa. Fue un maravilloso momento de revelación que me gustaría compartir, un aleluya inesperado, chispas que brotan del choque de perdernales.
La foto adjunta es prueba irrefutable de mi tesis. Es la Iglesia del colegio donde fui torturado por aquellos men in black de los sesenta. Quintín Tarentino, años después, haría remakes para niños. Obsérvese el gigantesco fresco policromado tras el altar. La policromía hay que imaginarla porque la foto está en blanco y negro. Vemos al ministro oficiante de espaldas a los feligreses. ¿Para qué iba a mirarlos con el espectáculo que tiene ante sí? Es el cielo azul con sus claros y nubes y en él habitan la Sagrada Familia y muchos santos, ángeles, querubines evangelistas. Y es que el cielo es el cielo y vale para todo: casa de Dios, paseos espaciales, carrusel de satélites, agujeros negros y perros astronautas.
Los ingleses, en un vano afán por distinguir lo que es único e idéntico a sí mismo, se han empeñado en mudar a toda la corte celestial de su cielo azul turquesa, luminoso, alegre y cierto para acomodarlo en un paraíso suburbial invisible, improbable y de casas adosadas. ¿Qué será eso que ellos llaman heaven?
El cielo, amigos y amigas de la Commonwealth, es el cielo que vemos en los días despajados, os pongáis como os pongáis.
He cambiado de bici. Ahora tengo una de esas que llaman “de marchas”… y me he comprado un casco aunque esto me impida perder el sentido o acceder a nuevas revelaciones. ¡¡¡Salud¡¡¡