Buenaventura de Dios, en el centro de pie, con Kasparov, a la derecha. |
Padre, si no le importa, ahora un mantecado y otra copita de pacharán que estamos llegando a Guernica. Llena pues, que buena falta hace para pasar el trago de entrar en Guernica y ver lo que yo vi la noche del 26 de Abril ...
Y así, año tras año, escuchando su historia, su guerra
terminó siendo la guerra nuestra.
Cada uno de los miembros de Guadaltintero ha escrito un
relato. Todos están cruzados. Así comienza el de un miliciano del Batallón Baracaldo:
En la
ambulancia, camino del hospitalillo, recordé algo que madre habría de repetirme
una y mil veces: el apellido, que quieras o que no quieras, te lo dio padre,
pero el nombre te lo tenía guardado desde que te sentí en el vientre. Él te
protegerá siempre. Ni vacas ni tierras habré de dejarte. Sólo el nombre para
que te guarde de todo mal.
—Camarada, ¿cómo te llamas? preguntó el camillero.
— Buenaventura de Dios Bardón —respondí y al hacerlo
sentí que estaba masticando tierra.
—Manda huevos. De Dios. Con ese nombre debiste apuntarte
en el batallón Ochandiano. Allí están todos los tragahostias del PNV.
—Soy del Baracaldo, de la UGT.
—Pues hoy os han dado pal pelo. Sin embargo, habéis
tomado Peña Lemona. Sois unos campeones.
—Anda, déjate de películas y sácame de aquí.
—Aparte del tiro en el brazo ¿Tienes algo más?
—Creo que no. ¿Te parece poco?
—Me parece suficiente para que te den la blanca y, si
tienes enchufe, te manden a casa. Has tenido suerte después de todo. De esta
sales bienaventurado.
—Buenaventura —corregí.
—Eso, Buenaventura el bienaventurado.
—Coño, se llama como el Durruti —apostilló el otro
camillero
—Es que en León todos nos llamamos igual —respondí, y me
animé al escuchar mi propia voz bromeando.
Se puede descargar completo, junto con otros relatos del colectivo Guadaltintero, de Amazon. Salud Camaradas.