domingo, 1 de agosto de 2010

LLEGÓ DEL CIELO...LA LONA LLEGÓ DEL CIELO

Hubo un tiempo, breve por suete, en el que creí vivir al aire libre, en la naturaleza, simplemente porque pasaba las horas muertas en la azotea de mi piso en medio de la ciudad. Y un buen día el cielo se encapotó. Literalmente: una capota azul celeste cubrió el sol – a lo bíblico - ensombreció mi azotea y cayó finalmente sobre ella. El toldo, tal vez la lona, aún con sus cuerdas atadas a las arandelas de metal, llegó volando del cielo. Nada sobrenatural, pensé. Las lonas no se aparecen con la facilidad con que lo hacen la virgen o algunos santos.
Un camión. Posiblemente se ha desprendido de un camión. Unos cabos mal atados, viento en contra, exceso de velocidad y… al carajo con la lona protectora de la carga. Si transportaba áridos, me preocupé, el camión estaría dejando una peligrosa estela de polvo cegador y posiblemente para cuando la lona aterrizó en la azotea, ya llevaría tres o cuatro muertos en su haber, mientras el conductor continuaba cantando entusiasmado a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga con Alaska en la radio…. Y entretanto, otro muerto. …. Pero decidí aparcar estos pensamientos tan negativos y buscar una utilidad en este regalo del cielo. Y entonces recordé que los fotógrafos profesionales suelen realizar sus retratos sobre un fondo uniforme, generalmente un lienzo, una cortina, tal vez un mantel. Dicho y hecho. Coloqué la lona sobre la pared y busqué un voluntario dispuesto a dejarse retratar. Et Voilà. He came from out of the blue.