Es Navidad. Hago cola en la caja del bazar
chino. Delante de mí, una pareja de ancianos sostiene un niñojesús metido en
una cuna en forma de cruz . Qué mala sombra, pienso. Los chinos son los
campeones de la aritmética y saben contar hasta el infinito en español. Sin
embargo entablar conversación con ellos no mediando guarismos, es harina de
otro costal.
El adorno navideño del matrimonio incluye una
leyenda: DIÓS Á NACIDO. La letra A aparece solitaria, sin hache que la
acompañe, y con un par de tilde de propina y otra más sobre Dios como
enfatizando su grandeza. Cuando la pareja llega hasta la caja, el señor mayor ha
intentado hacer ver al chino la grave falta de ortografía que supone privar al
verbo haber de su hache. El señor chino ha respondido sonriente: cinco eulos.
La señora, contrariada, interviene. Considera que su marido no ha logrado
desbrozar la jungla cultural que les separa y repite el
mensaje, pero ahora lo hace gritando: A, SI ES DEL VERBO HABER, SE
ESCRIBE CON HACHE. El señor chino, imbatible en el diálogo de sordos, ha
replicado, también a gritos: ¡CINCO EULOS! El hombre y la
mujer se miran y deciden recurrir a la mímica. El hombre apunta entonces
con su dedo a la leyenda escrita y luego traza en el aire una imaginaria hache
gigante. Al terminar, se vuelve satisfecho a su esposa y ella le recompensa con
una cabezada de afirmación y una sonrisa. El señor chino ha debido detectar una
amenaza en los aspavientos del viejo porque ha arrancado una hoja del cuaderno
y ha escrito un número 5 igualmente enorme que planta en las narices del señor
mayor. El silencio en la cola que sigue expectante la evolución de la escena se puede cortar con un cuter chino. El hombre, vencido por la evidencia, se ha vuelto a su señora y le ha
preguntado: “Paca, de verdad, ¿te gusta el adorno?” Ella ha afirmado con la
cabeza. “Pues dale 5 euros a este señor y vámonos". Xie xie.
2 comentarios:
Maravillosa metáfora hologramática: el episodio con el simbolo de la navidad presente contiene a nuestro universo entero. Un niño nacido que descansa sobre una mullida cruz que anuncia su terrible final. Una envoltura en celofan que muestra el empaquetado y la venta en serie de lo sagrado. Un matrimonio anciano que trata de acoger al niño y preservar los antiguos códigos... y un comerciante del templo que solo entiende de números. Y la frase final del San José de turno ¿de verdad te gusta...? ¡pues paga!. En fin eso nos toca "a Dios lo que es de Dios y al chiño lo que es del chino".
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